Viviendo en Libertad...
Finalizaba el año, y a puertas de cumplir un año más de vida donde se sumaban las nuevas experiencias vividas que me permitían planear otras; acepté colaborar en una obra social que realizaba un conocido amigo político de la provincia de Coracora. El objetivo: entregar regalos y preparar chocolatadas a los niños del lugar.
Por una semana, este hermoso trabajo formó parte de mis nuevas experiencias, viajar desde muy tempranas horas y ayudar a organizar las diferentes actividades; aquí conseguí muchas satisfacciones.
Entre los largos viajes, los chocolates y los regalos nació la primera feliz idea de crear un periódico para Coracora, pasado un pequeño tiempo comentábamos que mejor para toda la zona sur y después nos convencíamos que sería mucho mejor, si abarcábamos todo el departamento de Ayacucho. Nuestra imaginación volaba y ya nos veíamos a nivel nacional, compitiendo en las noticias con los grandes periódicos de la Capital.
Había que seguir el camino de los sueños, había que decidir el futuro, había llegado el momento de volar; entonces llamé a aquella mujer a la que le debía estar allí soñando y quién ahora debía preparar la maleta que recogería camino a Lima.
El reloj marcaba la medianoche para dar inicio al segundo día del nuevo año, era el 02 de enero del 2001. Nos detuvimos en un pequeño kiosko, uno de esos que se ubican al costado de la carretera y que trabajan hasta altas horas de la madrugada ofreciendo sus servicios a los pasajeros que deben continuar el viaje hasta llegar a su destino.
Pero, en ese momento se convertía en el mejor Restaurant del lugar, donde mis queridos amigos pusieron ante mi, un crocante pan que adornado con una gran vela encendida y entonando el Happy Bearday con sus melodiosas voces me deseaban las mayores felicidades. Sin temor a equivocarme, puedo asegurarles que hasta hoy se están cumpliendo todos los deseos que aquella vez pedí.
En Ica, llegué a mi casa para recoger la maleta junto a la carta de libertad que voluntariamente yo retiraba de la que había sido mi Hogar por 26 años, entre bendiciones de la abuela y de una tía muy querida, me despedí en señal de un hasta siempre. Llevo conmigo sus palabras. Ella; es una de las razones por las que ahora escribo esta historia, Doña Agustina Salinas Serrano, 78 años de edad, natural de Tapayrihua, pueblito ubicado en en departamento de Apurimac, ella es la única responsable de haber sentido desde siempre la curiosidad y las ansias de visitar la sierra de mi país, por que siempre compartió las historias de su pueblo y de su vida. Gracias Dios por darme esta adorable abuela...
Llegamos a Lima, muy temprano para disfrutar de un rico desayuno criollo: chicharrones, camotes fritos, cancha, ensalada de cebolla acompañado de un delicioso café con leche. Estábamos en Lurín, hermoso valle costero que se encuentra a la entrada sur de Lima, cerca de donde se desarrolló la Cultura Pachacámac.
Lima, la Capital del Perú, la Ciudad de Los Reyes, una de las ciudades más importantes de Latinoamérica que alberga a 12 millones de habitantes procedentes de las tres regiones de mi país, me recibía con las puertas abiertas, con su reconocida y generosa hospitalidad y con la esperanza de que allí todos mis sueños se convertirían en realidad.