Siempre me dije que no iba a dejar de ser yo.... Pero... entonces
Soy como el agua de un río que nunca más volverá a pasar debajo del mismo puente, como la hoja caída del árbol que floreció en la anterior primavera, como la brisa del mar que tocó la mejilla de un ser querido, como el suave murmullo del viento que ingresa a un hogar través de la ranura de una ventana, soy como la nube blanca que se desdibuja en el cielo, soy como siempre quise ser sin dejar de ser quien fui y queriendo ser la misma.
Porque soy única como cada ser humano... Porque cada uno es único en el mundo, y no existen dos seres humanos iguales. Es que Somos nuestra propia exclusividad.
Un año más, segundos andados, minutos corridos, horas en espera, ideados días, organizadas semanas, programados meses y pasados años. Cuenta cada inhalación de aire que ingresa a tus pulmones mientras tu cerebro te ordena como respirar para darle más energía a tu cuerpo.
Han pasado días de mi nueva etapa de vida, sin embargo no puedo dejar de comentar y recordar todos esos momentos vividos con mucha intensidad y pasión. Qué bien me siento en mi vida, en mi cuerpo, en mi alma y en mi corazón. La plenitud ha llegado a mi vida, es fácil reconocerlo, sentirlo y experimentarlo.
Cada día vemos pasar antes nuestros ojos la vida que nos habíamos propuesto vivir, logramos captar pequeños e importantes momentos con la firme voluntad de que éstos no se borren de nuestra memoria. Atesoramos las palabras, sonreímos para nosotros mismos, lanzamos una sonora carcajada al compartir las gracias de otros y seguimos creciendo en nuestro interior.
Ya no soy la misma, aunque quisiera..., ya nada es igual, la experiencia se ha instalado en mí.
Esa soy yo ahora, un poco de nostalgia del ayer, la incertidumbre del mañana pero con la convicción del hoy, estoy muy feliz de ser la misma, otra vez en la experiencia.
Estoy bien, soy una mujer y estoy preparada para seguir viviendo...