El hermoso y generoso Valle de Dunas
Cuando hablamos
de zonas áridas, médanos, arena, lagunas, gente amigable y alegre, de ricos
vinos y aromáticos piscos, automáticamente sonreímos y dejamos venir los
recuerdos de aquellos momentos vividos en la tierra del eterno Sol… Ica.
Está ubicada a
364 Km al sur de Lima, a una distancia aproximada de cuatro horas por la
panamericana sur, atravesando las ciudades de Chincha, Pisco que también forman
parte de la Región Ica. Aquí el clima es muy agradable y oscila entre los 22 y
25°C.
Ica tiene varias
rutas que ofrece al turista para que su estadía sea muy placentera y siempre
muy cerca de la naturaleza. La Ruta del Pisco empieza en la Plaza de Armas de
la ciudad cuyo destino serán las Bodegas Vitivinícolas de la Ciudad donde se
produce el más exquisito pisco, la bebida bandera del Perú en el mundo cuyo
origen está en esta Región.
Saliendo de la
ciudad a unos 15 minutos, por un camino de tierra y entre los surcos de las
uvas vamos en busca de El Catador, una antigua bodega donde se elabora el pisco
y vino de forma artesanal. El recorrido se puede alternar con la rica
gastronomía que se oferta en los restaurants al pie de los ramales de las uvas.
productos, es la Bodega Vista Alegre que desde 1870 cultiva, cosecha y procesa en sus bodegas que durante los años han ido renovando su producción hasta convertirse ahora en una de las más tecnificadas de la región Ica, exportando la variedad de sus piscos a los países de Argentina, Chile, Estados Unidos llegando hasta el Continente europeo donde han logrado incluir el pisco como una bebida multicultural que unida a frutas y otros ingredientes hacen que quienes lo prueben regresen por su agradable sabor y aroma, como siempre pasa con el tradicional pisco souer.
Las bodegas en el
Perú, encierran en sus paredes y detrás de sus puertas historias que sólo es
contada a quiénes nos atrevemos a hurgar en los objetos que allí encontramos al
alcance de nuestras manos e imaginación como sucede en la Bodega Lazo. Es una
de las más antiguas y cuenta la historia que pertenece a la descendencia del
gran Libertador Sudamericano Simón Bolívar quién durante su estancia en el
distrito San Juan Bautista y bajo una de las ramas de uvas de esta bodega,
vaticinó su originalidad y creatividad para hacerlo un lugar especial para el
turista que se siente como en casa cuando traspone las puertas de este lugar.
No creo que sean los piscos que durante nuestro recorrido hemos catado, estoy
convencida de mi sobriedad y de los efectos del sol en mis sentidos que desean
bailar al compás de una cumbia peruana que suena en el salón principal de la
bodega donde las parejas demuestran su habilidad dancesca.
Nuestra mirada
siempre se dirige de manera persistente sobre los alejados médanos que podemos
observar a través de los campos de cultivo de alcachofas, espárragos, ajíes y
zapallos que vamos sorteando en el camino. Nuestro camino sólo culminará en el
atardecer de colores mágicos con los que se va pintando el cielo iqueño con la
caída del sol sobre las dunas y el reflejo del sol sobre las aguas de la
hermosa Laguna de Huacachina, cual musa de poetas nos convierte en testigos
mientras caminamos por sus alrededores, esperando ver con nuestros propios ojos
aquello que cuenta la leyenda sobre la sirena que canta al oído de los
enamorados. No la vimos, pero al menos nos dejó con los sentidos llenos de amor
y gratitud a esta parte de la naturaleza que se puede vislumbrar en su plenitud
haciéndonos parte de ella.
De regreso a la
ciudad podemos degustar una rica cena en cualquiera de los restaurants que
ofrece cada potaje iqueño de ingredientes frescos y ricos al paladar.
Siguiendo nuestra
ruta por el desierto, enrumbamos hacia el sur de Ica, a hora y media de viaje,
nos envuelve un acogedor clima sobre una pequeña plaza frente a una iglesia
cuyas puertas permanecen cerradas al medio día y donde sobresale el color
anaranjado de una apetecible naranja que está cortada por la mitad y un cuarto,
haciéndonos jugo de naranja la boca. Es la hermosa y cálida ciudad de Palpa,
lugar donde nací y donde quedaron grabados, cuatro décadas atrás; mis primeros
gritos de bienvenida a la dulce vida. Desandar los pasos es muy parecido a
renacer y esa fue la sensación que allí sentí.
El desierto y las
pampas de San José y de Nazca van aflorando ante nuestros ojos. Un camino de
trocha con desvío a la derecha del camino, nos lleva al pueblo de mis
ancestros, los abuelos maternos, los padres, hermanos, hijos y sobrinos de mi
madre nacieron, bebieron y se criaron allí, entre los ciruelos, mangos, uvas,
naranjas y bajo los guarangos viendo correr el agua de avenida en los meses de
verano, convierte esta llanura desértica en una hermoso valle vestido de color
verde.
Las pampas de
Nasca nos recibe con sus geoglifos que descansan sobre sus áridas tierras que
por siglos han iluminado las pampas, cuantas historias les queda aún por
develarnos?. El tiempo es sabio, por eso hasta ahora existen.