26.1.11

Los sacrificios que exige la Vida

Cómo y Cuánto estamos dispuestos a pagar por cumplir nuestros sueños...

Al mirar hacia atrás en nuestra vida diaria, nos damos cuenta que todo lo que vamos obteniendo son consecuencias de nuestras acciones.
Si ponemos en una balanza nuestras necesidades y nuestros logros, ésta se inclinará hacia uno de los lados. Si son las necesidades las que tienen el mayor peso, entonces habrá mucho que bregar para concretar nuestros logros con la esperanza de que una vez alcanzados, podamos disfrutar de una estabilidad económica y personal.
Alcanzar nuestros sueños nos exige mucho sacrificio, desde que nos planteamos una meta no descansamos hasta conseguirla, ponemos toda nuestra atención en avanzar hacia esa dirección, cada paso exige más por lo tanto; entregamos más, todo es posible si realmente queremos avanzar.
Pero; vale la pena todos los difíciles momentos que pasamos por alcanzar un supuesto bienestar?
La vida de las personas se caracteriza por la lucha diaria para satisfacer nuestras necesidades que en el futuro  pensamos disfrutar.
Las personas, siempre traen nostalgia en el alma, al sonreir se les dibuja una imperceptible línea de tristeza en sus ojos, una cierta presencia alegría que no es completa; por que parece faltar algo para sentirse totalmente feliz.
Todas las personas en el mundo renunciamos a algo querido, amado y hasta construido. Pero; lo más difícil para el ser humano, es renunciar a los sentimientos que están instalados en su corazón, el amor, familia, amigos, país, ciudad, trabajo, profesión, casa o simplemente espacio; por que estamos dejando nuestras más grandes emociones en este lugar.
Varias familias se han destruido por los viajes que uno de los miembros de la familia emprende hacia otro lugar con la ilusión de mejorar el nivel de vida de los suyos. Al llegar, la realidad sobrepasa lo que imaginó, pero está fuerte, sus emociones y motivos lo hacen resistir para empezar desde cero.
Allí todo es diferente, costumbres, comida, personas, idioma, sistema de vida y soledad. Se comienza a extrañar a la familia, esposa, hijos, padres, hermanos, sobrinos, tíos, abuelos y amigos. No es suficiente con la integración que haya logrado hacer en el nuevo lugar; siempre falta alguien o algo para sentirse completo.
La distancia y el tiempo disminuyen nuestros sentimientos que finalmente terminan por ser reemplazados; como una cadena que asegura la sobrevivencia humana, no soportamos estar solos, le tememos a la soledad y buscamos unirnos para saber que estamos vivos.
Hay renuncias que marcan la vida de las personas; al llegar hacia el final del camino se lamenta de los sacrificios que se hace para llegar a donde ahora se está; sólo para darse cuenta que quizás fue mucho y que no valió la pena.
Las actuales sociedades cada vez exigen más de los seres humanos; la competitividad no da tiempo para analizar nuestra forma de vida que finalmente destruye nuestro alrededor. Los sentimientos de amistad y amor  son los únicos que necesitamos sentir, buscar en nosotros mismos las fuentes de inacabable energía que nos ayude a vivir todas las etapas de nuestra vida; estemos; donde sea el lugar, en el que nos encontremos.

Camino a Uchuraccay

Tras las huellas de la historia...


Yo creo que en la vida no existen las casualidades, siempre hay un motivo y un porqué cuando nos suceden algunos acontecimientos.
Mientras escribía sobre la historia de Ccalamaki y de su ingreso a Huamanga, el reloj marcaba pocos minutos antes de la medianoche en esta parte del mundo, desde donde ahora escribo-Alemania. Estoy escribiendo sobre los Mártires de Uchuraccay y hoy; se cumplen 28 años de la masacre a los 08 periodistas.
Mi memoria se llena de recuerdos y emociones, sentimientos encontrados que pude vivir en carne propia en el 2002 y 2003, cuando caminé sobre la tierra en la que estos valientes hombres estuvieron por última vez. 
Y una vez más me pregunto; qué fue lo que realmente pasó aquél 26 de enero de 1983? Hasta hoy no lo sabemos con exactitud, ahora se cuenta con nuevas pruebas. Son fotografías que uno de ellos, en los últimos minutos de su vida había logrado retratar, esos últimos momentos vividos en Uchuraccay.
Recuerdo el 26 de enero del 2002 y el interés noticioso se centraba en Ayacucho, se realizaría La Ruta de la Paz. Ocho periodistas ayacuchanos caminarían por la misma ruta que 19 años antes, habían tomado los periodistas asesinados. Era una forma de homenajear sus memorias y prometer que todos seguirían buscando la verdad. 
Los jóvenes periodistas partieron desde Huamanga hacia Huanta, para después internarse en las montañas y quebradas que rodea el camino a Uchuraccay, después de aproximadamente 9 horas de caminata y cuando caía la tarde; llegaron a Uchuraccay, donde fueron recibidos entre aplausos y lágrimas de los familiares que creyeron ver en ellos a sus padres, hermanos, hijos y amigos asesinados.
La emoción embargaba a los asistentes, había llegado el momento de cerrar las viejas heridas que aún sangraban por el dolor que sentían y sufrían unos y otros.
Los familiares de los periodistas asesinados y el pueblo de Uchuraccay -que había sido hallado culpable por la muerte de los ocho periodistas- llevan la marca de la tragedia allí vivida; nunca podrán olvidar esta lamentable historia. 
Son las contradicciones y pruebas que nos pone el destino, que parece jugar con nosotros al ponernos frente a frente. Los antiguos pobladores de Uchuraccay y únicos testigos de este sangriento hecho, también fueron asesinados. Porqué?. 
Debemos darnos los abrazos del perdón; entre los familiares y la comunidad de Uchuraccay; dijo la representante de la Comisión de la Verdad. 
Escuchar de los padres, hermanos, hijos y esposas de los periodistas muertos sobre sus días en vida, del significado que le habían dado a la noble profesión de ser periodistas y de la responsabilidad que tenían de informar con la verdad; es una experiencia que nunca he de olvidar. 

El nuevo pueblo de Uchuraccay había sido cambiado, algunos kilómetros más arriba de su antigua ubicación. Allí tratan de construir una nueva ciudad, con una nueva historia para sus futuras generaciones.

Salimos del pueblo sin poder explicar las emociones que sentíamos, compartiendo el dolor de los presentes, mirando al horizonte que se perdía tras las quebradas y los cerros que rodean a Uchuraccay, deseando preguntarles con nuestro silencio y recriminarles con un nudo en la garganta, el haberse convertido en mudos testigos de aquella dolorosa historia.