22.7.12

Carretera de sueños y realidades



Cada viaje, imprime las huellas de la experiencia...

Los viajes, esa acción de trasladarse de un lugar a otro aún en solo pensamientos o deseos; llena de nostalgia, recuerdos vívidos o experiencias reales, son actividades que en sólo momentos a algunos hacen muy feliz.

Cada día, una nueva historia que escuchar, nuevas personas que mirar, nuevas palabras que aprender un idioma distinto al nuestro que hablar y entender; nuevos lugares por visitar o quizás al que deben regresar porque alguna otra vez allí ya estuviste; nuevos planes y nuevas expectativas que idear, con los deseos a flor de piel y otras veces, quizás con los agotados ánimos de existir.

Las horas pasan mientras los pensamientos vuelan a mil por hora, como en esa carretera que se dibuja sin destino fijo, atravesando túneles cerrados, montañas cubiertas de nieve, espacios de lluvias intensas, rodeando bosques de inacabables pinos donde tu mirada se pierde con el azul del cielo o con el verde grisáceo de un profundo abismo, donde corre un serpenteante riachuelo que lleva las gotas de lo que fue una descarga de nubes, que transforman el gas en agua destilada o el simple deshielo de la nieve de algún cúmulo de piedras y tierra que dan vida a una cumbre que siempre se queda mirando hacia arriba, a pesar de tener todo bajo sus pies.
No dejas de pensar en ese viaje que físicamente lleva tu cuerpo dentro de un auto, camión o casa rodante,  pero son tus pensamientos los que más rápido viajan delante de ti y de tus ojos. No importa si algo o alguien detiene por algunos momentos esa carrera, en el mínimo silencio vuelves a ellos para retomarlos como una plegaria a que se detengan por fin en un tranquilo lugar, para no despertar más incertidumbres.

Por algunos momentos piensas en que esto un día parará, no habrá material gris, adornados con líneas blancas y amarillas donde al lado le cuelgan adornos de colores rojo, blanco, azul o verde con signos que debes interpretar y conocer porque son universales; cuyos dibujos te muestran los desvíos, posibles lugares que puedes elegir como destino temporal, nunca final.

Imaginar que ese día llegará es casi un alivio más en el fondo de ti; estás convencido en que no es tu gran deseo, porque sabes que eso se convertiría en falta de alas y de libertad, no habrán más paisajes que mirar a través de los vidrios de tu parabrisas, imaginar la vida detrás de esos alambres que dividen el camino de las casas que hay al otro lado del verde campo donde el sol refleja sus rayos y que sin equivocarse alguién desde allá pensará y expresará su más grande anhelo... Un día yo también iré tras esa carretera donde quizás encuentre mi destino o nada definitivo porque simplemente no conduce a ningún lugar decidido porque pensándolo bien, ella no tiene nunca un punto final.